PROGRAMA DE MEJORA DEL PALMERAL DEL RÍO CHÍCAMO Y HUMEDAL DE AJAUQUE Y RAMBLA SALADA
El río Chícamo, afluente del río Segura por su margen izquierda (si bien no desemboca directamente en él), recorre parte del término municipal de Abanilla, una zona árida caracterizada por la irregularidad y torrencialidad de las precipitaciones. Se trata de un río de características semiáridas, que discurre mayoritariamente por una cuenca de naturaleza margosa. Posee un elevado interés hidrológico, geológico, botánico y faunístico.
Aguas abajo, la erosión fluvial sobre los materiales conglomeríticos dibuja un estrecho desfiladero, declarado Lugar de Interés Geológico y de alto interés por albergar Thymus moroderi (cantueso), especie catalogada como vulnerable, así como hábitats de zonas húmedas.
El tramo intermedio se caracteriza por su elevada heterogeneidad espacio-temporal. La interacción entre la litología margosa e hidrología da lugar a un cauce abierto y encajado, con comunidades asociadas a sistemas fluviales dulceacuículas y salobres. Mientras que en el tramo más bajo forma un criptohumedal dominado por saladares, tarayales y carrizales.
Las ramblas del Zurca y Balonga, situadas en la margen derecha del río Chícamo, son las más importantes de su cuenca de drenaje. Sobresalen por albergar palmerales de rambla, muy escasos a escala regional y localizados únicamente en la cuenca del río Chícamo.
La zona de especial conservación (ZEC) posee además un característico patrimonio cultural, fruto del vínculo de las culturas precedentes con el río. Así cabe destacar los molinos, la acequia mayor, cuyo origen se remonta a la época romana, el acueducto de Sahués, del siglo XVII y el azud del Partidor, vestigio de la cultura ibérica.
El objetivo de este proyecto es contribuir a la supervivencia del palmeral del hábitat de ribera del Río Chícamo, en Abanilla (conformado por más de 25.000 ejemplares), mediante la plantación en zonas ganadas a especies exóticas invasoras (Arundo onax, creando asociaciones botánicas tradicionales y regenerando un paisaje muy castigado por plagas como el picudo pero también por el abandono de huertas que sobreviene a la despoblación paulatina que sufre el medio rural en las últimas décadas.
Todo ello con la implicación de la sociedad, aquellos voluntarios que nos acompañan durante las actividades ofreciendo su tiempo y esfuerzo, motivados por aportar a la conservación de la biodiversidad y valores culturales de este entorno.
Curiosamente, a pesar de tratarse de una especie cultivada, estaba incluida en el antiguo Catálogo Regional de Especies Protegidas (Orden de 17 de febrero de 1989, sobre la protección de especies de flora silvestre de la Región de Murcia, BORM núm. 55), sin vigencia desde el 30 de junio de 2003, aunque actualmente su desarraigo también está muy regulado (Anexo II, Decreto Nº. 50/2003 de 30 de mayo de 2003, BORM núm. 131).
La palmera datilera, o su antecesora, pudo haber sido introducida por colonos procedentes del Mediterráneo Oriental, hacia el siglo V antes de Cristo, atendiendo a las figuras de palmas y palmeras representadas en las cerámicas ibéricas levantinas, aunque se desconoce con certeza si podría tratarse de formas silvestres ya existentes en la Península y provistas de frutos más o menos comestibles, de las que lucieron referencia en sus escritos tanto romanos como árabes.
Desde esa época su cultivo se ha mantenido de forma más o menos continuada en los barrancos cálidos de ]a Región de Murcia, así como también en Orihuela y otras muchas zonas de la Vega Baja del Río Segura.
En Iraq y en el sur de Egipto se suele multiplicar la palmera utilizando los renuevos que aparecen en las bases de los tallos. En algunos puntos del Sureste (ej. Ulea y Valle de Ricote) se propagan en almajaras de hueso, lo que puede ser causa de la gran diversidad de formas de frutos que se observan.
La palmera de rambla es una especie ibérica (Phoenix iberica), encontrada en el cauce del Rio Chicamo y ramblas adyacentes, que se asemeja bastante a la palmera datilera aunque sus frutos son de menor tamaño y calidad, algo mayores que los de la palmera de Creta (Phoenix theophrástii).
Los individuos masculinos presentan inflorescencias más consistentes, con flores provistas de pétalos y anteras de mayor tamaño y con una gran producción de polen.
La palmera de rambla podría estar relacionada con Phoenix abyssinica, una palmera de frutos no carnosos de las ramblas de Etiopía, y con lo que algunos botánicos han considerado Phoenix dadylifera var. sylvestris, poblaciones existentes en Arabia, con dátiles pequeños y ásperos, que podrían ser también consecuencia de la naturalización de la palmera en suelos poco favorables. Lo anterior es poco probable si tenemos en cuenta la práctica cultural del "macheo", necesaria para la correcta maduración del fruto, y que las características del fruta pueden variar dependiendo del tipo de macho utilizado.
Esto puede explicar el uso tradicional en Murcia de la propagación por semillero, generadora de una gran diversidad varietal y también el que los palmereros prefieran los machos de palmera de rambla (Phoenix iberica) para el cruce, pues son más vigorosos y mejores productores de polen. En general parece que en las palmeras de rambla la polinización se efectúa por el viento, en poblaciones donde los pies masculinos superan el 50%.
Los ejemplares crecen espontáneos en cauces de caudal discontinuo o en ríos salados, junto con especies como Neriutn oleander, Tamarix boveana, Suaeda vera, Atriplex halimus, Saccharian ravennae, etc.
Se conoce en cultivo tanto en los palmerales de la vertiente atlántica de Marruecos como en los pequeños palmerales de Abanilla, Baños de Fortuna, Ulea, Ojós y de otras localidades de la cuenca del Rio Segura. Aunque existen poblaciones puras, se encuentran con frecuencia cultivadas junto a la palmera datilera o ejemplares aislados conviviendo en las ramblas junto a la palmera de rambla. Esta especie parece haber sido introducida durante la Edad Media y con ocasión de los asentamientos bereberes.
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